del jugar entre
los huecos nocturnos
que el cielo
deja descuidadamente
entre estrella y
estrella
Son hijos del
monte
de los aullidos
del alma
cazadores en
entrenamiento
lobeznos
sonrientes a quienes de vez en cuando muerdo
Son observadores
de los pasos
de las piruetas
de los ires y venires
de presas y depredadores
y luego se ponen
remilgosos con la carne abierta que les debe alimentar
Se agazapan en
silencio
gruñen mientras
juegan
se aburren
mientras yo cazo
se quejan del
frío
y se acomodan a
mi lado buscando calor
Protestan cuando
hay que cambiar de madriguera
mudan de pelo
siempre tienen
hambre
se pelean para
mandar entre sí
Todavía no saben
aullar
Mis hijos son
hijos de la luna
Como lo he sido
yo
y ya quieren aullar
parados en las fronteras de los
sueños
sacándole los colmillos
a
quienes se quieren quedar con los territorios
haciéndose
fuertes
prestos
a seguir con nuestra manada
Felices mientras
caminan entre estrella y estrella
en
libertad.
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