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martes, 31 de octubre de 2017

Las cosas que vencen al amor



De repente eres una imagen que parece ajena.
Una cadena de besos que se rompe abruptamente.
Una huida que persigue la posibilidad de sobrevivir al amor.

Un amor que se reconoce incapaz de vencerlo todo porque así es la vida.

Hay cosas que vencen al amor.

Cosas como la caída  de los sueños que adornaban el árbol de la vida.
Cosas como un café que pierde su magia y se convierte en un brebaje de amarguras.
Cosas como besos que se pierden en una piel ausente.
Cosas como una cama que se hizo pequeña a la hora de poner fronteras.
Cosas como un cuerpo que solo sabe de dolor.
Cosas como un dolor que se instaura en el centro de todas las sensaciones y las borra a todas.

Una llamada sin respuesta.
El pensamiento práctico que es incapaz de reconocer los alaridos del alma.
La velocidad del viento huracanado que deja a los pájaros sin nido.
Las pelusas sin barrer que se convierten en un imán para la discordia.
Las discordias ajenas que se nos pegan del pecho y bloquean los abrazos que sí nos pertenecen.
Las noches sin sueño y sin sentido.
Las mañanas llenas de gente pero inmensamente solitarias.
Las tardes agotadas más allá de la posibilidad de ver un atardecer.
La pérdida del asombro.
La conciencia de que todo es efímero y por lo tanto desechable.
La necesidad de lo permanente.
Los desechos tóxicos de los ayeres.
Las ventanas que se asoman a un futuro negro.
Las puertas que nos negamos a abrir por miedo al león que se esconde tras ellas.
Las vidas paralelas que jamás se tocan.
Los cuentos que debimos callar.
Las verdades que debimos decir.
Los kilómetros de carretera y de tráfico pesado que nos condenan a vidas separadas.
Las cervezas frías que llegan tibias.
Los momentos que debieron importar más que las cervezas.
La mente que no cede su espacio.
El corazón que se agota.
La mente que sabe que el corazón también es un pensamiento de ella.
El corazón que insiste en ser valorado.
Los pies siempre listos para correr.
Las listas de prioridades afectivas.
La búsqueda de la madre ausente.
La huida de la madre presente.
La violencia auto infligida.
La violencia que nos regaló la infancia.
La violencia que camina con nosotras.
La ira.
La tristeza perniciosa.
La idea equivocada de lo que es ser feliz.
La idea aún más equivocada de que siempre alguien nos abandonará.
La certeza falsa de que el amor siempre es bello.
La necesidad de sentir euforia.
La necesidad de parecer felices.
Las miradas ajenas que se convierten en espejo.
Las opiniones ajenas con sus mochilas de terrores propios.
Las expectativas.
Las desilusiones.
Las traiciones aunque sólo existan en la cabeza.

La combinación explosiva de todas las cosas ya enumeradas y de las que no quiero decir,
sin importar quién las trajo, las sintió o las pensó porque al final son de las dos,
como era de las dos el amor,
como es de las dos el adiós,
como será de las dos un recuerdo que necesita ser escrito para perdurar más allá del umbral del próximo amor.

31 de octubre de 2017
Antigua, Guatemala




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