Eres la alambrada translúcida
que presta forma a mi cuerpo
cuando inevitablemente intenta derramarse
a través de tus espacios invisibles
deseoso de correr tras las sedosas briznas de yerbas doradas
danzantes, sinuosas, fluidas hasta el infinito,
que lo llaman desde otras miradas
y desgranarse
como semilla minúscula
en la nada.
Eres la prístina
canción que se esconde en los silencios forzados
por los instintos que a veces nos bendicen
y otras veces nos maldicen.
Eres la voz que canta en graves colores
que ennegrecen mi garganta
y engalanan de luces mi boca
cuando le gano a la historia
y sonrío.
Eres la tierra que me abrasa
cristalizada desde los arenales milenarios
y habitada de ancestrales afanes
que se repiten hasta el infinito de mis ojos
desde mis horadados pies de arcilla
y aún así
no me detengo.
Eres la llama que consume y purifica todo
la que casi se extingue cuando la olvido
la que llena los espacios que el azar reta
y ordena los rosarios de vidas que recorro.
Un espejo.
Una mano que se cierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario