(Del libro inédito Licántropos y Ovejas)
deslizarse por
el costado del carruaje oscuro
de los sueños
y lamer las
huellas
dejadas por las
pesadillas que escaparon con el día
He asesinado con
mi propias manos
al oso pardo que
devoró a mi padre
y le he
decapitado
golpe a golpe
con la pala
metálica que necesitaré para cavar la fosa del olvido
Un mar de sangre
se abate a mis pies
y las caracolas
abandonadas por mis hijos
se acumulan en
la orilla de mi espanto ante la vida
ante la cabeza
rugiente que se niega a morir
y la carne que
se resiste ante su tumba
Mis brazos
claman por despertar
Y al final me
encuentro
con mi propia
imagen en el cristal polvoriento
de un automóvil
cargando
gasolina en medio de una noche cualquiera
y los ojos
entrecerrados por la indiferencia.
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