Micro-historias retorcidas
(no todos los adioses se lloran)
1. El día que te fuiste, fue como si nacieran
las flores de los sueños sembrados desde que naciste.
2. El día
que te fuiste, me quedé sentada en mi mecedora, mirando la puerta,
sonreída. Al fin era libre.
3. El día que te fuiste, todas nos miramos y nos
dimos cuenta de que no te extrañaríamos.
Luego volvimos a nuestras computadoras y te borramos de Facebook.
4. El día que te fuiste, recorrí toda la
casa. Busqué las ausencias de los
muebles que migraron contigo y te maldije por no haber limpiado el rastro de
polvo que dejaron en nuestra casa.
5. El día que te fuiste, dejaste de existir en
mi realidad cotidiana y ya no hubo tiempo de extrañarte.
6. El día que te fuiste finalmente ya no
importó. Te habías ido hace años y tu
cuerpo doliente nos había secado las lágrimas.
8. El día que te fuiste, te llevaste una mochila
cargada de ira y de miedo a mirarte. En
la mesa de las solidaridades se quedaron las cuentas de un collar de olvidos y
de promesas que no cumpliste.
9. El día que te fuiste me di cuenta que quien
debió irse fui yo. Solo que nunca me he
ido. Tal vez ya sea hora de considerar
la idea.
10. El día que te fuiste, el día que me fui de mi
vida, apenas me di cuenta de lo que hacía.
Me desperté años después en otra isla, hambrienta y alucinada, buscando
el camino para regresar.
11. ¿Pero no te habías ido? Así que seguías ahí. ¿Escuchaste lo que hablaba sola?
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